La tragedia del Narciso. Narcisismo vs. Amor propio

Hace mucho tiempo quería escribir sobre este tema que empecé a recordar gracias a una lectora de este blog (a quien aprovecho para agradecerle el seguir aportando sus comentarios en estas entradas 🙂 ), sin embargo, sentía la necesidad de revisar nuevamente la información que existe actualmente sobre un tema que se ha estudiado por mucho tiempo, antes de poder dar mi opinión al respecto teniendo en cuenta lo que sé desde la psicología y mi propia historia de vida lidiando con este tipo de personas a quienes actualmente se les conoce como Narcisistas.

De hecho, hablar sobre Narcisismo requiere hacer un pequeño viaje al pasado leyendo acerca del Mito de Narciso gracias al cual se le dio nombre a este trastorno de la personalidad.

Según cuenta el mito griego (aunque también hay versión romana y muchas otras que han ido sumando vertientes de este):

"Narciso nació en Tespias, Beocia. Fue el hijo de Cefiso (personificación del río en Beocio con el mismo nombre) y la ninfa Liriope. Un día el vidente Tiresias le advirtió a su madre que su hijo podría vivir una vida larga, siempre y cuando, “nunca se conozca a sí mismo”. Llegó de esta manera a su adolescencia, y el apuesto joven nunca encontró a alguien que despertara su corazón, todo lo contrario, dejó a su paso una larga fila de señoritas a un par de jóvenes que se enamoraron de él con el corazón roto. Un día tuvo la oportunidad de ver su reflejo en un estanque de agua y descubrió lo que era el amor no correspondido, al enamorarse de sí mismo. Naturalmente, esta relación unilateral no avanzó hacia ningún lado, y Narciso, incapaz de alejarse del estanque, permaneció ahí, en desesperación, hasta que finalmente murió de sed y hambre. Sin embargo, la inmortalidad, al menos en cierto modo, quedó asegurada cuando su cadáver (o, en algunas versiones, la sangre de su herida auto infligida) se convirtió en flores que, a partir de entonces, llevaron su nombre." 

- extraído de la página World History, escrito por Mark Cartwright, traducido por Filosofía en la Red. Publicado el 05 marzo 2023.

Es de esta forma en que los narcisistas se proyectan al mundo, buscando en otros su propio reflejo, intentando conectar su corazón, pero al final, terminan siendo víctimas de su propia patología, porque al tener una herida que nunca podrán sanar, han cerrado su corazón a la bondad del mundo y a poder sentir verdadero amor.

El Narcisismo como patología es un trastorno incluido en el DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, quinta edición), el cual se menciona que se caracteriza por un patrón general de grandiosidad (grandeza), necesidad de adulación y falta de empatía. Su diagnóstico se realiza basado en estos criterios clínicos:

• Un sentido exagerado e infundado de su propia importancia y talentos (grandeza)
• Preocupación por fantasías de logros ilimitadas, influencia, poder, inteligencia, belleza o amor perfecto
• Creencia de que son especiales y únicos y que solo deben asociarse con personas del más alto nivel
• Necesidad de ser admirado incondicionalmente
• Un sentido del derecho
• Explotación de los demás para lograr sus propios objetivos
• Una falta de empatía
• Envidia de los demás y creencia de que otros los envidian
• Arrogancia y soberbia

Según algunas estadísticas tan solo el 1% o 2% de la población presenta este trastorno, no obstante, debemos recordar que un narcisista al tener una gran dificultad para regular su autoestima, es incapaz de reconocer en él algún problema, de modo que, es posible que en el mundo excitan aún más personas sufriendo este trastorno que simplemente no acuden a terapia, ni se identifican a sí mismos bajo estos criterios, aun cuando su círculo «cercano» se los haya mencionado alguna vez.

O peor aun, existen también otras personalidades narcisistas que, aunque comparten estos criterios, mantienen un perfil bajo y casi a la sombra (me refiero a los narcisistas encubiertos), que llevan muchas veces a hacer dudar a quienes sienten la toxicidad por sus acciones cuando interactúan con ellos, pero no logran descifrar ese toque de maldad en cada una; por ejemplo, esa persona que parece sentir empatía por ti y lo que te pasa, está ahí para escucharte, pero luego va por ahí «soltando la sopa» con las personas indicadas para acabar con tu imagen y autoestima o aquel/la «amigo/a» que suele decirte cumplidos que parecen tener doble intención (algo como: «¡que bien te queda esa camisa! y eso que te has subido tus buenos kilos» o «¡que envidia me da tu autoestima para salir con esas fachas sin que te importe nada» y todo adornado con una gran sonrisa).

Es el boom actual de las redes sociales el que nos ha permitido identificar más personalidades narcisistas, ya que, es necesario reconocer que todos tenemos un narcisismo que podemos estar alimentando exponiendo nuestra vida ante los demás a cambio de una felicitación, un corazón o un «me gusta». Pero entonces, ¿Cómo podemos diferenciar a los narcisistas de quienes no lo son? o ¿Cómo podríamos estar seguros de qué no somos Narcisistas?

Pues bien, si has llegado hasta acá seguro que es porque tienes un verdadero interés en reconocer a un narcisista y esto ya es un buen indicio para creer que de entrada no presentas este trastorno, pues recordemos que los Narcisista son incapaces de identificar que ellos tienen un problema y muchas veces negarán su existencia y tildarán de «locos», «envidiosos», «egoístas» o «mal intencionados» a quienes se atrevan a poner su dedo acusador contra ellos; pero, pese a esto, el Narcisista sabe que sí tiene una condición diferente, además, sabe que sus acciones están guiadas por una estrategia que, previamente, han intentado mantener para manipular a otros y lograr que suplan alguna de sus necesidades. En adición, un verdadero narcisista sabe que hace daño, de hecho, hacer daño a los demás le permite a él o ella sentirse en una relación de poder con todo el mundo, en la que es y será siempre quien «lleve el sartén por el mango».

Porque para el Narcisista no hay nada peor que perder el control, pues esto acrecienta el vacío inherente que las pésimas prácticas de crianza de sus padres dejaron en él. Practicas que se diferencian tajantemente entre sí pero que al final dejaron una misma herida que le impide sentir de igual manera que el resto del mundo. Por una parte, sus padres o cuidadores primarios pudieron haber generado en él el sentido del derecho al dedicarse a darle amor sin medida, ni reparo, pero tampoco, sin educación, tolerancia a la frustración y respeto por las normas sociales, de modo que al cumplirle todos los caprichos, sin imponerle ningún limite, se aseguraron que fuera una persona que a futuro desconociera los limites de los demás, de la sociedad en la que vive y de su propio control. Por otra parte, sus padres o cuidadores primarios pudieron haber sido más que todo fríos o demasiado críticos, pudiendo afectar su autoestima al punto de hacerle sentir vacío por dentro y como medida de protección cerrarse al mundo de las emociones y de su propio autoconocimiento.

Es así como el Narcisista va por la vida hiriendo sin reparo, para sentir que su dolor interior es menor al de la persona que hiere o porque se cree con el derecho de herir a otros como a él también lo hirieron en su momento (porque sí, no poner límites a los hijos también es violencia, desprotección, negligencia); sin embargo, al tener esta fractura invisible, nunca podrá llenar su vacío interior, ni llegará a sentirse mejor en su propia compañía, nunca podrá reconocer el valor de otros, ni su valor personal y, en definitiva, no se dará cuenta que su búsqueda por el poder y el control es un atentado contra sí mismo, que se va acrecentando con el falso amor que proyecta hacia los demás, pues sin importar el número de corazones rotos que acumule como trofeos o el número de almas que intente desnudar para luego privarlas de alegría, el reflejo de su propia herida será lo que lo perseguirá hasta el final de sus días.

Por eso, hoy te confirmo que, lo mejor que puedes hacer si te tropiezas con alguien que va por la vida siendo víctima de su propio dolor autoinfligido (o «cargando su propia cruz») es ignorarlo, aplicarle la ley del hielo y huir. Y si alguna vez has sido herido/a por alguien así, enfoca tu atención en ti mismo/a, alimenta tu autoestima, rodéate de personas que verdaderamente te aprecien y sana. Sana por ti, porque sabes que con cada tropiezo te haces más grande, sana porque no eres la misma persona ahora que has aprendido a identificar de qué situaciones escapar y, en definitiva, sana para poder mirar a los ojos de Narciso algún día y confirmarle que no pudo contigo, tu pudiste con él gracias a algo que nunca podrá obtener: Amor propio.

Recuerda seguir este episodio a través de Spotify o de mi canal de YouTube y dejarme tus comentarios al respecto.

¡Hasta pronto Freelover!