Aprendizajes de una mamá primeriza · Reflexión

Todo cambia cuando aprendes a fluir

«Quien no lo sepa ya lo aprenderá de prisa: la vida no para, no espera, no avisa. Tantos planes, tantos planes vueltos espuma tú, por ejemplo, tan a tiempo y tan inoportuna»

Inoportuna. Jorge Drexler

Es increíble el paso del tiempo en nuestra vida. En un momento hemos empezado la bonita pero difícil tarea de criar a otro ser humano y en menos de nada, cada día está más grande, más desarrollado y nosotros mucho más ubicados en nuestra rutina de ser padres.

Conocer todo lo que se sabe un año y medio después de tener un bebé por primera vez es algo que deberíamos poder tener con anticipación. Aunque, claro, la experiencia no se puede adquirir echando atrás el reloj; es uno de esos aprendizajes que solo se adquieren en la práctica y sólo en la práctica, pues por mucho que leamos sobre el tema, aceptemoslo: Nadie está preparado lo suficiente para la llegada de un/a hijo/a.

Saber educarlo, implica conocerlo y autoconocernos, dejar de guiarnos (y limitarnos) por ideales imposibles, horarios estáticos y organizaciones inmutables. Fluir con el tiempo, con la experiencia, con los días. Permanecer atentos al presente, romper con la rutina y hasta con nuestras ideas más preconcebidas.

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Fluir hace parte de adaptarse, a los cambios, a los procesos, a los tiempos de nuestro/a hijo/a, porque el tiempo ya no es solo nuestro y aquel reloj que alguna vez estuvo regulando nuestra existencia, llevándonos a cumplir (o no) citas, organizando nuestra vida con eficacia, de repente se desconfigura en la asincronía del parto. Porque no hay nada más caótico que dar a luz a otro ser humano, tal vez por eso muchas veces en los hospitales se desestima el anhelado «parto natural» por uno más instrumentalizado y controlado, carente de fallos y que puede medirse en tiempos adultos.

Pero aunque intentemos hacer mediciones, corregir tiempos, marcar pautas de desarrollo y dar algún tipo de estabilidad a este momento, lo cierto es que cada hijo/a llega a este mundo con sus propios tiempos, caracteres e hitos predefinidos. Claro, podemos intentar ajustarlos a través de la estimulación, de nuestra educación, del ejemplo que brindemos en casa, pero al final, serán nuestros/as hijos/as los que determinarán qué información van a asimilar de manera más sencilla y cuál necesitarán reforzar un poco más.

Adaptarse al paso del tiempo se termina convirtiendo en un acto de supervivencia para los padres, una estrategia que debería estar señalada y resaltada en colores en todos los libros de texto que intentan educarnos para asumir este nuevo reto. Bajar las barreras, aprender a ser más flexibles y perdernos a través del juego con nuestros hijos/as para conectar con ellos y conocerlos, esas definitivamente deben ser las metas a alcanzar.

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A ti que me estás leyendo papá/mamá (o futuro papá/mamá), solo puedo dejarte esta enseñanza que espero te quede marcada y rememores especialmente cuando te preguntes ¿qué habría sido de tu vida sino hubieras asumido este gran desafío? o cuándo pienses con añoranza en tu vida antes de ser padre/madre: Respira, vive el presente y agradece estar en él, porque te aseguro que algún día, en algún momento, vas a parpadear y te estarás preguntando ¿qué pasó con ese pequeño caos que transformó tu vida para siempre?

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