Capítulo de Podcast · Reflexión

Hablemos de «La belleza universal» y otros mitos

En Colombia se tiene una expresión, que muy seguramente es usada en otros países, para denotar lo que sucede cuando una persona decide intentar hacer mucho y al final, debido a esto, termina sin poder hacer nada bien: “El que mucho abarca, poco aprieta”.

Pues bien, esta semana tenía pensado hablar sobre una problemática cada vez más extendida en nuestra sociedad actual, la cual, parece acrecentarse con el uso de la Inteligencia Artificial y el gran número de filtros faciales y ediciones corporales que circulan en la red haciéndose pasar como imágenes y videos reales. Se trata de la exacerbación de los estereotipos de belleza, esos que te invitan a querer adoptar ciertas rutinas de alimentación, ejercicio y cuidado del cabello, rostro y cuerpo, encaminadas a acercarnos hacia ese ideal, que, como acabo de mencionar, es cada vez más irreal.

Sin embargo, cuando empecé a grabar la entrega de hoy me di cuenta de que cada sección de lo que quería decir sobre este tema abría la puerta hacia una problemática mayor y que, tratando de intentar explicar cada apartado, iba a ser imposible poder abarcarlo todo en un solo episodio, porque aunque el eje central de la reflexión son los estereotipos de belleza y cómo estos pueden incidir en nuestro bienestar y salud mental, junto al de las nuevas generaciones, lo cierto es que hay varios aspectos que acrecientan este problema y son imposibles de ignorar si queremos realmente reflexionar sobre ellos para empezar a promover un verdadero cambio de perspectiva. 

El primero de ellos, es el que he mencionado al principio, el reciente auge del mundo de los filtros y la inteligencia artificial para exacerbar rasgos físicos, simulando que pertenecen a cuerpos reales. Por ejemplo, hace poco se generó una ola de interés por una noticia sobre una persona que creó una influencer llamada Aitana que es completamente ficticia (su imagen es la de arriba de este párrafo), pero se ve bastante real en sus publicaciones de Instagram y como ella, hay muchas otras que igualmente acumulan cientos de seguidores en esta red social, muchos de ellos completamente convencidos de que su belleza es real.

El segundo, es la cultura fitness que en diversas ocasiones encapsula y oculta algunos trastornos de la alimentación y la dismorfia corporal, llevando a que las personas que están consumiendo constantemente este contenido sobre “bienestar” puedan terminar cayendo en problemas alimenticios o en el uso de sustancias que afecten su salud, pero no busquen ayuda a tiempo dado que no lo reconocen como un problema, al considerar que “su meta real” es su salud física y mental. Pero de lo que no se habla claramente es de la falsa idea que promueve sobre el “cuerpo perfecto”, como si solo existiera un tipo de cuerpo al cual admirar y aspirar.

Siguiendo con las vertientes, nos encontramos con el auge de las cirugías plásticas, esta rama de la medicina que en algunas ocasiones es de gran ayuda para pacientes que han perdido parte de su rostro y cuerpo, por diferentes motivos, permitiéndoles recuperar un poco su calidad de vida a la par de ganar nuevamente en autoestima; sin embargo, hoy en día parece que lo más significativo que se hace en este campo son las cirugías estéticas destinadas a acercar a los pacientes hacia ese ideal de cuerpo y cara perfectos que están convencidos que necesitan para estar satisfechos con quienes son, contribuyendo a que se mantengan en esa falsa idea sobre el amor propio al creer que lo encontrarán una vez se realicen dichas cirugías, cuando en realidad, lo que están haciendo es poner en riesgo su vida a fin de tratar de encajar en el estereotipo sobre lo que se considera bello en la sociedad. 

Lo que muchos de los que se someten a estos procedimientos no saben o deciden deliberadamente ignorar es que, una vez se suben al carril de las cirugías estéticas, la mayoría de ellos terminarán pasando una y otra vez por el quirófano a lo largo de su vida para seguir retocándose todas aquellas “imperfecciones” que seguirán encontrando en su cuerpo hasta que no empiecen a aceptarse como los seres perfectamente únicos que son. 

El siguiente apartado tiene que ver con la responsabilidad de los medios de comunicación que extienden su mano para seguir alimentando esta obsesión con la perfección física, al resaltar sólo un tipo específico de belleza hegemónica, especialmente cuando nos invaden con programas como los concursos de belleza que a día de hoy siguen siendo un recordatorio constante sobre la falsa idea de la perfección física, a la par de perpetuar la objetivación y sexualización de las mujeres que participan, haciéndolas desfilar en diminutos y/o estrafalarios vestidos frente a un público que está menos interesado en reconocerlas como las personas que son y mayormente encaminado a criticar, evaluar y apuntar sus defectos físicos, maneras de hablar o caminar. 

Finalmente, nos encontramos con la industria del maquillaje que ahora mismo ya no solamente está apuntando hacia una generación de mujeres profesionales y adultas jóvenes en busca de lograr su aceptación en el mundo laboral, sino que desde hace varios años se ha dedicado a promover cremas, cerúmenes y toda clase de aceites naturales destinados a detener e incluso revertir las primeras señales de envejecimiento. Manteniendo esa idea negativa sobre la vejez como si fuese una etapa de la cual deberíamos estar huyendo y alejándonos por completo, en lugar de verla como lo que es, una etapa completamente natural de la vida que deberíamos abrazar al igual que las demás.

Por otra parte, hoy en día, esta industria ha decidido ampliar su rango de edad hacia generaciones más jóvenes, al promover un maquillaje destinado hacia la adolescencia y preadolescencia, lo cual, se ha visto reflejado en incidentes que han invadido las redes sociales como en el caso de las Sephora Kids: niñas que ahora mismo se dedican a realizar videos en plataformas como Tik Tok, Instagram o YouTube en los que dan tips de maquillaje y prueban los productos más exclusivos que sus padres han podido comprarles. Son niñas con un cutis perfecto gracias a la etapa de la vida por la que aún están atravesando y sin embargo, han sido introducidas en un mundo al que le interesa poco promover la autoaceptación y la verdadera belleza natural, pues todo se trata de vender para producir aun más productos que acaben con la naturalidad de los seres humanos.

Por supuesto que no podemos desconocer la responsabilidad de los padres y madres de familia que mediante sus propias creencias han ido introduciendo a sus hijos/as en este mundo de los estereotipos de belleza. No obstante, estoy convencida que muchos de nosotros no hacemos conscientes estas problemáticas hasta que se cuelan hondo en nuestra experiencia de vida, ya sea por un caso cercano de alguien a quien hemos visto batallar con problemas de salud mental a costa de sentir la responsabilidad de cumplir con estos estereotipos o porque en nuestra propia historia de vida hemos identificado cuándo empezaron y se propagaron nuestras propias inseguridades físicas.

De modo que, a raíz de lo que pasa en nuestra actualidad con las nuevas generaciones hoy quiero que hablemos un poco sobre los estereotipos de belleza, junto con su incidencia en los problemas de salud mental y bienestar de la humanidad, con lo cual, empecemos a ser mucho más conscientes de los discursos que nos están trasmitiendo sobre la belleza como ideal a alcanzar y con esto, empecemos a generar cambios en nuestra manera de percibirnos y lo que estamos compartiendo como visión a futuro.

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¡Hasta pronto Freelover!

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