
Quería dedicar la entrega de esta semana a una de mis amigas más antiguas, considerada para mí como una hermana a la que conozco desde mis 8 años de edad. Recientemente ella ha entrado en este nuevo mundo de la parentalidad junto con su esposo y es por esto que hoy he querido hablar sobre una de las mejores películas de terror (sino la mejor) enfocada a esta temática.
Por supuesto que estoy hablando de la película “Un lugar en silencio” (“A Quiet Place” en su título original o “Un lugar tranquilo” en España), estrenada en el 2018, escrita, dirigida y protagonizada por el actor estadounidense Jon Krasinski, quien junto con su esposa y actriz británica Emily Blunt dan vida a una pareja de esposos encargados de la crianza de 3 menores. La hija mayor que al inicio de la trama tiene aproximadamente 14 años y presenta una condición auditiva en la que debe utilizar un implante coclear que aparentemente está dañado desde hace un tiempo; el hijo del medio de unos 12 años quien se encuentra atravesando por una enfermedad durante la escena de inicio de la cinta y un niño que, aparentemente, tiene 5 años de edad pero que lamentablemente fallece en circunstancias traumáticas a raíz de un evento con un cohete de juguete que emite luces y sonido.
Este evento traumático da apertura a la historia de terror apocalíptico que se narra en el film, pues entendemos que unos seres alienígenas han llegado a la tierra, aterrorizando y acabando con gran parte de la población mundial, dada su alta capacidad de escucha con la que cuentan para cazar a cada ser viviente del planeta. Tras el suceso traumático del que somos testigo al inicio de la cinta, la familia se sumergirá en un duelo silencioso en el que cada miembro se culpará por lo ocurrido, sin comprender el dolor del otro aunque al final es este el que los terminará uniendo mucho más.

El motivo de traer esta historia para hacer un episodio sobre la parentalidad es precisamente evidenciar que existen muchas maneras de ejemplificar lo que significa para un padre o una madre entrar en este mundo desconocido y a veces hasta terrorífico de tener bajo el cuidado un ser completamente indefenso al que se debe cuidar, criar y educar para que sobreviva en este mundo, sin caer en el error de romantizar el ejercicio de ser padres o de aterrorizar a los que no lo son sobre lo que implica realmente esta labor.
Bajo esta lupa, la película nos permite reflexionar acerca de tres cuestiones principales que suelen suceder una vez te conviertes en papá o mamá:
1.Surge el temor a fracasar: Es natural que, al iniciar cualquier tarea desconocida, y cuando no se cuenta con la información o preparación adecuada vamos a fallar en alguna u otra medida; por tanto, aun cuando nuestra intención sea ser madres o padres perfectos, tenemos que aceptar nuestro ejercicio imperfecto, aprender a perdonar nuestros errores, a ofrecer disculpas a tiempo a nuestros hijos (independientemente de su edad) y seguir comprometidos con mejorar nuestras prácticas de crianza para así no afectar nuestra relación ni el vínculo con ellos a futuro.

2.Cambia el valor que le das al silencio: Es usual escuchar a los nuevos padres hablar acerca de las diferentes formas en las que su vida se ha visto modificada tras la llegada de este nuevo ser que dependerá de él los próximos años, pero algo de lo cual no se habla, aunque se intuye, es del gran valor que adquiere el silencio y los espacios en calma que antes no se valoraban de la misma manera. De repente tu vida, tu hogar, se llena de ruido, carcajadas que te brindan alegría interior…pero también mucho, mucho, muchísimo llanto, gritos, protestas y negociación. Es normal que en algún momento desees volver al silencio para reconectar con la calma que este te brinda, de hecho es sano hacer estas pausas especialmente en los primeros meses posparto para evitar temas de riego como “el síndrome del bebé sacudido”; sin embargo, conforme vas conectando con tu hijo/a el silencio se va convirtiendo también en signo de alarma que te lleva a revisar qué está haciendo cuando no puedes verlo o incluso, una vez dejas de experimentar el ruido que antes podía cansarte, empiezas a añorarlo cuando ya no está.
3.Pones tu vida en segundo plano: Es un hecho que la maternidad y la paternidad te cambia, especialmente tu configuración mental y la percepción que antes tenías sobre la vida en general. Al tomar la decisión de criar a otro ser humano para su preservación instintivamente estás protegiendo la supervivencia de tu línea genética, aunque es verdad que puedes sentir esta misma conexión por hijos/hijas que no compartan tus genes propiamente, así que, a parte de este instinto primitivo, podemos decir que el amor por este/os otro/s ser/es humano/s transforma hasta la última parte de lo que considerabas tu vida y tu futuro. Su supervivencia termina siendo mucho más importante que la tuya y lucharás hasta con tu último respiro para lograr permitirles continuar tu legado, que aprendan de tus errores pero que también aprendan a construir su propio camino una vez ya no estés a su lado.
Finalmente, voy a afirmar que esta película me ayudó en su momento a comprender el verdadero terror que se experimenta cuando te conviertes en madre o padre, sin caer en la burla, la romantización ni, especialmente, la demonización de un acto que se constituye uno de los más desinteresados que podemos llegar a tener como seres humanos.
Ahora cuentáme ¿tú qué opinas al respecto?
Te leo.
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¡Hasta pronto Freelover!
