Esta semana tenía preparado el tema del que quería hablar hoy…pero, de repente, ocurrió algo que se convirtió rápidamente en una noticia mundial por lo barbárico del escenario y…ya no me sentía cómoda ignorándolo, porque nunca me ha gustado la mentalidad de mirar para otro lado, cuando has sido testigo o eres consciente de lo que sucede a tu alrededor, por mucho que nos separen kilómetros de distancia, pensamiento y cultura. De repente, ya no podía dejar de pensar en nada más y lo único que pude llegar a rememorar fue la película “Niños del hombre” (“Children of men” en su título original o “Hijos de los hombres” en España) del director Alfonso Cuarón, estrenada en el 2006.
La historia nos presenta como protagonista a Theo Faron, interpretado por el actor britanico Clive Owen, quien, en el año 2027, trabaja para el gobierno de Inglaterra y es contactado por su ex esposa Julian Taylor (Julianne Moore), una activista en favor de los inmigrantes, para que ayude a una joven refugiada llamada Kee (Clare-Hope Ashitey) a obtener papeles de tránsito, con el fin de que pueda atravesar el país hasta un navío, “El mañana”, que estará esperándola para ponerla a salvo.
La historia se complica cada vez más, al enterarnos que la humanidad está al borde de la extinción debido a que desde hace una generación ninguna mujer ha podido parir otro ser humano, al parecer quienes estaban embarazadas en aquella época fueron perdiendo a sus bebés en el transcurso de estos y aquellas que lo estaban intentando dejaron de ser fértiles sin explicación aparente, por tanto, mientras la persona más joven en la tierra acaba de ser asesinada a sus 18 años, la civilización ha colapsado y solo pocas naciones se mantienen en pie, las demás, han caído en guerra, hambruna y desesperación.

Curiosamente, esta travesía de Theo se ve enmarcada en algo que podría ser considerado un milagro, pero que aun así debe reservarse en absoluto secretismo y es, el sorpresivo y muy avanzado estado de embarazo de la joven Kee que él tendrá posteriormente que cuidar, mientras le ayuda a llegar a su trayecto con vida: ¡Es una inmigrante!, ¡es el enemigo de la nación en la que está actualmente! cualquier cosa que pueda salir mal, no solo acabará con su vida, sino con la esperanza de la humanidad, por no decir que su bebé, aún sin haber nacido, se podría convertir en un botín de guerra y bandera política para intereses entre naciones.
Quiero detenerme acá porque ciertamente esta película vale mucho la pena y no quiero arruinarla para nadie que aún no la ha visto, pero necesitaba hablar sobre ella para poder resaltar que, independientemente de la época en la que estemos o si se trata de una historia ficticia o real, los niños y las niñas del mundo, han sido y siguen siendo, las principales víctimas de la guerra. De hecho, según cifras de UNICEF:
- Más de 400 millones de niños viven en países afectados por conflictos violentos, muchos son desplazados forzosos, a veces huérfanos o niños no acompañados, en busca de seguridad.
- Más de la mitad de todos los civiles que mueren como consecuencia de las minas terrestres o los restos explosivos de guerra son niños.
- Los niños y niñas son especialmente vulnerables al abuso, la explotación y la trata durante las emergencias y los conflictos armados.
Datos extraídos de: https://www.unicef.es/noticia/los-ninos-de-la-guerra
Y las cifras más recientes de la ONU, van a más al afirmar que:
- El año pasado se cometieron 27.180 violaciones graves contra niños atrapados en la guerra, el número más alto jamás verificado por esta entidad.
- 18.890 niños sufrieron violaciones graves durante la guerra en 2022 (8630 asesinados o mutilados, 7622 reclutados y utilizados en combate, y 3985 secuestrados).
- 1165 menores, en su mayoría niñas, padecieron violaciones -a menudo masivas-, matrimonios forzados o esclavitud sexual, y agresiones sexuales. Algunos casos fueron tan graves que las víctimas murieron.
- 2496 niños fueron privados de la libertad por su asociación real o supuesta con partes en conflicto.
Datos extraídos de: https://news.un.org/es/story/2023/07/1522512
Para nadie es un secreto que la guerra es un negocio muy rentable, por eso se sigue perpetuando año a año y son muchos los países que se mantienen en un conflicto armado interminable dentro o fuera de sus territorios. La cuestión acá es reconocer que hemos llevado bastante lejos este panorama, al punto de no saber quiénes son los que siguen tirando de estos hilos invisibles que impiden parar este conflicto armado mundial, aun cuando conocemos sus terribles consecuencias.

¿Vale la pena seguir acabando con el futuro de la humanidad?
Hay una escena icónica, muy bien lograda en esta película (prometo que será el último spoiler que daré) y es la que sucede al momento en el que Theo y Kee van saliendo de un edificio que se encuentra siendo epicentro del intercambio de balas entre los rebeldes y el ejército. Momento en el que el sonido de la guerra se apaga por completo, mientras un llanto, que muchos habían olvidado y otros no conocían, invade las escaleras del edificio por las que ambos van descendiendo junto al recién nacido en brazos de Kee.
De repente, hasta el más aguerrido combatiente deja de pensar por un momento en apuntar su arma y vuelca sus ojos en los del bebé, maravillado por ese milagro existente (ya de por si, cualquier recién nacido es un milagro, ¡parir a otro ser humano es un milagro en sí mismo!). Mientras bajan con cautela, los militares van haciéndoles calle de honor hasta que logran salir del edificio…en ese momento, otro cañón se dispara. El sonido ha regresado, la guerra ha vuelto para llevarse nuevamente el magistral silencio.
¿Estamos condenados a no reconocer el milagro de la vida?, ¿Qué otros milagros necesitaremos para darnos cuenta que debemos terminar con esta violencia desmedida?

En esta película, ni siquiera el nacimiento milagroso del hijo de Kee logra acabar con el combate, aun cuando “El mañana” lo esté esperando, este pequeño ser inocente ha llegado a un mundo de caos; pese a esto y contra todo pronóstico, parece haber traído una pequeña esperanza al mundo que podría llegar a esparcir el mensaje de que al acabar con nuestros enemigos, estamos acabando con nosotros mismos, porque todos hacemos parte de una misma especie y cuando se apague la última risa inocente, esperemos no estar ahí para no tener que ver a la humanidad sucumbir.
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¡Hasta pronto Freelover!
