
Cuando inicié esta idea sobre el análisis de ejemplos del cine a la luz de la orientación educativa familiar tenía claro que iba a hablar en algún momento sobre esta película y me complace informar que ese día ha llegado hoy, finalmente tomaremos de ejemplo la película “Encanto” para revisar algunos aspectos fundamentales a la hora de sanar el trauma generacional.
Para empezar, como es usual, quiero hacer un pequeño resumen de la historia para quien aún no la ha visto, aunque les invito especialmente a verla porque vale mucho la pena, independientemente de la edad que tengas. “Encanto” es una película estrenada en el 2021, producida por los estudios Walt Disney, inspirada y centrada en la cultura colombiana en la cual nos muestran la vida de una joven llamada Mirabel y su familia, la familia Madrigal, en la que todos comparten una misma vivienda mágica a la que llaman “Casita” y una serie de poderes que han desarrollado gracias al milagro que le fue otorgado a la abuela Alba tras el fallecimiento violento de su esposo Pedro, padre de sus trillizos: Bruno, Pepa y Julieta.
En la casa Madrigal todos parecen tener un poder y un rol, siendo Abuela Alba quien se encuentra al mando, pues hasta ese momento ha sido la persona encargada de organizar a la familia en pro de ayudar a la comunidad en la que viven y mantener en pie su milagro. Precisamente, Abuela Alba se ve como una mujer fortalecida tras vivir el evento traumático de ver morir a su esposo a manos de los villanos de esta película (punto a favor de Disney el no mostrar el rostro de los villanos, dándonos a entender lo poco trascendentes que pueden llegar a ser quienes hacen el mal a otros). Es una mujer aguerrida, que genera un respeto especial de los demás e incluso parece mantener distancia de su propia familia, como si evitara mostrar su verdadera cara, en un intento de no evidenciar su vulnerabilidad.

Por su parte, Mirabel es la única que no ha podido adquirir un poder mágico, sin explicación aparente, aunque de alguna manera parece ser la única que se comunica directamente con “Casita”. Pese a esto, ella no pierde el ánimo y su jovialidad, es una chica comprometida con ayudar a su familia desde otra forma y especialmente, permitirles expresarse, escuchándolos con empatía y apoyo constante. De alguna manera, Mirabel ha podido encontrar su rol aunque no se le hubiera asignado uno mágicamente y esto tan solo se nos hace evidente al final de la historia.
Siendo una película infantil, hay que reconocer el gran logro de Disney al mostrar cómo un hecho violento puede llegar a transformar la vida de varias generaciones familiares, siendo “el trauma generacional” algo que conduce la narrativa de esta historia. Pero, ¿qué es “el trauma generacional”? Pues bien, se le llama así (ahora también llamado “intergeneracional”) a la transferencia de una generación a otra del daño físico, emocional o social vivido, de manera que un evento ocurrido en el pasado y experimentado por una generación puede llegar a trascender varias décadas, haciendo que varios miembros de una familia sientan el dolor ocurrido, por transferencia de padres/madres a hijos/hijas, quienes pueden sufrir de problemas de conducta, pesadillas o dificultades afectivas a raíz de ese evento que no han vivido de cerca, pero que igual incide en su vida e interacciones.
No hace falta vivir una guerra para sufrir este tipo de trauma, ya que puede derivarse tras un acontecimiento lo suficientemente importante y que no ha podido ser afrontado o elaborado por la persona que lo vivió, por lo que, su trauma termina trascendiendo a sus hijos y estos, a su vez, terminan compartiendolo con sus propios hijos consciente o inconscientemente. En “Encanto” el trauma derivado por la muerte del abuelo Pedro afecta no solo a la abuela Alba, que ha estado tratando de pasar página en silencio, sino a sus hijos y nietos, con quienes no ha podido acercarse emocionalmente y a los que ha mantenido en distancia, ocupados con sus obligaciones y en autocontrol constante de expresar su propia vulnerabilidad. Es así como abuela Alba, sin querer, ha incidido negativamente en el estrés de varias generaciones de su familia para sobrellevar sus poderes, manteniéndose ajenos a su dolor, ese dolor que va generando grietas que van creciendo por las paredes de “Casita” hasta finalmente derrumbarla.

Recordemos que, cuando el dolor psíquico producido por un trauma no se elabora, ni se exterioriza, este va a ir aumentando y afianzándose mucho más en la persona que lo sufre, impidiendo su sanación y haciendo, en este caso, que más personas al rededor terminen compartiendo ese dolor y la preocupación constante por la pérdida. Lo que más teme Alba es precisamente volver a perder su fuerza vital, su milagro; el control y la dureza que demuestra no es más que su propio temor a otro evento catastrófico que la derrumbe, sin embargo, lo que ella desconoce es que de las cenizas también se puede llegar a renacer.
Es esto lo que Mirabel termina mostrándole, no solo a ella, sino a su familia. Mirabel es el milagro de la resiliencia hecha persona (hasta ese momento, la resiliencia ha sido ejemplificada por una veladora que no se apaga) y es que es a través de esta capacidad con la que parece haber nacido que puede llegar a conectar con otros, permitiendo que cada miembro de su familia pueda desahogarse, reconocer su valor, su dolor y sus preocupaciones, para así llegar a transformar la narrativa en una historia de autosuperación, unión familiar y fortaleza.
Mirabel es el centro de la historia, es quien une las piezas del rompecabezas familiar y quien, en última instancia, va a permitir a la familia adaptarse a las situaciones adversas que han ocurrido, para volver a construir sobre los escombros un hogar en el que todos puedan apoyarse para superar juntos el dolor de la pérdida.

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¡Hasta pronto Freelover!
