Aprendizajes de una mamá primeriza

¿Cómo logré que mi bebé de 14 meses durmiera toda la noche?

Hola mamás y papás que me leen en este momento y que tal vez están haciendo una búsqueda por internet sobre un tema común que nos afecta a varios de nosotros tras el nacimiento de nuestros bebés: el tema del sueño.

Para empezar, quiero aclarar que creo firmemente en la práctica de la Crianza Respetuosa y en no dejar llorar a un bebé de manera incontrolable solo por recuperar el control de nuestra rutina de sueño adulta, es por eso que me demoré bastante en tomar esta decisión de ayudar a que mi bebé aprendiera a dormir sin apoyos, aunque sí lo fui intentando desde sus tres meses, esperando que fuera uno de esos «bebés libro de texto», de los que tanto uno lee o escucha por internet, que aprenden a dormir toda la noche a esa edad (y hasta se quitan el pañal al año). Sin embargo, tuve que pasar muchas horas sin dormir, llenarme de paciencia y mucho conocimiento para lograr lo que pensé que llegaría a alcanzar hasta dentro de un par de años más y es que, finalmente, tras 14 meses, ¡mi bebé ha dormido toda la noche!

  • ¿Cómo lo hice?

Pues bien, como les he comentado, he estado leyendo mucho sobre este tema y aprendiendo con la práctica de los ejercicios que te cuentan los gurús o expertos del internet sobre esto. Inicialmente intenté enseñarle a mi bebé, con tan solo tres meses (después de que superó su etapa de cólicos), a que se quedara dormido en su cuna sin apoyo de nada más que de si mismo. Entonces, le daba pecho o lo arrullaba y cuando estaba a punto de quedarse dormido lo dejaba en su cuna, a veces despertaba y de nuevo debía repetir el procedimiento para acostarlo medio dormido en su cuna y esperar que volviera a caer en los brazos de Morfeo. Finalmente, se ponía de lado y se quedaba dormido por periodos cada vez más grandes de tiempo cuando esto pasaba, pero siempre volvía a despertar 4 o 5 horas después en la noche para pedir teta.

Como el sueño es evolutivo, es importante que sepan que a los 4 meses aproximadamente, los bebés pasan por un proceso en el que su sueño empieza a obtener características del sueño adulto adquiriendo todas las etapas del mismo, esto se denomina una crisis de sueño y puede llevar a que bebés que dormían bien, empiecen a dormir bastante mal o al contrario, bebés que dormían mal empiecen a dormir toda la noche. Pues bien, como mi hijo es de los que nunca se ha dejado definir, tras sus 4 meses, se convirtió en uno de esos extraños bebés que dormían mal hasta ese momento y empezaron a dormir peor [-inserte sonido de risas aquí-].

Sin embargo, no me rendí, seguí leyendo y buscando nuevas maneras de ayudar a que algún día pudiéramos descansar. Afortunadamente, quiero contarles que uno como adulto termina adaptándose a esta nueva forma de dormir y tras los 6 meses de mi bebé ya me daba un poco igual dormir 4 horas seguidas a dormir solo 1 hora seguida, mi animo mañanero retornó y me rendí también a la idea de ayudarlo a dormir en su cuna durante la noche, porque comprendí que con un bebé la flexibilidad te ayuda a sobrevivir y dejar de lamentarte por lo que no es, ciertamente ¡tu hijo/a no es un libro de texto!, ¡es un/a bebé! y dormirá cuando deba dormir.

Así que ahora, en su sexto mes de vida, hacíamos colecho y yo le daba pecho cada vez que me lo pedía en la noche. Ya no tenía el temor de caerle encima porque mi bebé era bastante grande y fuerte como para decirme con un manotazo «Oye mamá, ¡que me aplastas!». Es broma. En realidad, al menos yo como mamá, nunca he podido quedarme completamente dormida estando cerca de él, medio siento un ruido o un movimiento extraño de mi hijo y quedo tan alerta como cualquier canino que hace guardia en la noche, así que estaba segura que no le aplastaría. Por su parte, mi hijo ya controlaba el cuello y se hacía sentir en caso de que algo no lo estuviera dejando mover (nunca le ha gustado dormir con algo encima).

Gracias al colecho pude empezar a sentirme mejor con las tomas nocturnas, ya que no suponía ningún problema para mi dormir con el pecho al aire y además, mi hijo fue llegando al punto de ser completamente autónomo a la hora de buscar el pecho dormido y volver a tomarlo por si mismo cuando quería. Fue precisamente por esto, que no me volví a plantear el hacerlo dormir toda la noche, me imaginaba que iba a pasar en algún momento dentro de un par de años, sin embargo, recientemente ha surgido un tema que me va a llevar a ausentarme una semana el próximo mes y me daba terror llegar a pensar en sus noches sin su preciada teta.

Aclaro que durante todo este tiempo hemos intentado introducirle chupetes y biberones que termina rechazando uno a uno, porque al final lo que un bebé, alimentado con lactancia materna, busca en el pecho de su madre no es propiamente la leche materna, sino el calor, la cercanía y conexión que él siente, cuando mama, con su figura principal de apego, es por esto que todos los esfuerzos son en vano a la hora de cambiarle su teta por alguna ayuda artificial, porque el calor de mamá no está tras la succión de una goma de látex o silicona.

En resumen, decidí empezar esta semana, en la noche del domingo, el proceso del tan temido destete nocturno. Les confieso que no ha sido fácil, pero ya no me ha parecido tan difícil como antes porque, tras un año a su lado, entiendo mucho más a mi hijo y siento que él me entiende más, así que me ayudó bastante a perseverar durante tres noches seguidas, en las que, básicamente, inicié haciendo la misma rutina de noche (en otro momento la detallaré), le di pecho, pero al acostarlo en su cuna me aseguré que siguiera despierto y en efecto no quería dormirse, empezó a dar vueltas y a pasarse a mi cama (pegada a su cuna), así que lo acuné/arrullé pero después decidí ayudarlo a quedarse dormido a mi lado por su cuenta.

Y así hice cada noche, cada vez que se despertaba o antes de acostarse lo ponía despierto al lado mío en la cama, lo abrazaba, le daba besitos en las mejillas, le acariciaba el cabello, le cantaba, le explicaba que «las tetas estaban dormidas» y que solo hasta la mañana le podían volver a dar de comer. Claramente se resistía, intentaba bajarse de la cama (ya sabe hacerlo solo, así que lo dejaba y lo llamaba a mi lado), cerraba la puerta enojado, se sentaba en el piso o en la cama, gritaba (él no llora, mas que todo grita cuando se enoja), luego se quedaba en silencio, volvía a acostarse en la cama e intentaba dormirse, terminaba pegado a mi y finalmente dormía y así todas la noche durante las ultimas 3 noches.

Para mi no era fácil verlo así, pero pensaba que si me rendía, y en vez de abrazarlo y besarlo le daba su teta, lo que iba a pasar es que cuando yo no estuviera esa semana del próximo mes él iba a sufrir mucho más por no saber cómo quedarse dormido sin esta ayuda (aclaro que también le ofrecía leche materna o agua en biberón pero me lo aventaba en la cara disgustado, junto a cada uno de sus 6 chupetes con los que nunca se amañó). Además, ahora comprendo que la Crianza Respetuosa no se trata de no hacer llorar o enojar a tu hijo, se trata de estar ahí para él y consolarlo mientras manifiesta su frustración por los cambios que se le plantean, especialmente, cuando se trata de este gran acto de dejar el pecho que lo ha consolado durante muchos meses de su vida.

Finalmente, anoche pensé que iba a ser la ultima noche de la semana en la que iba a intentarlo y no sé cómo se produjo este perfecto timing, hice la misma rutina, solo que esta vez decidí volver a ponerlo en su cuna, él inmediatamente se volteó boca abajo, como abrazando el colchón y yo me fui despertando durante la noche esperando que él también lo hiciera, pero no lo hizo, se acostó y durmió toda la noche. Hoy, a las 6:00 am (hora en la que normalmente despertamos), se paró en su cuna y me llamó. A su lado, le respondí, lo pasé a la cama y le di su teta de la mañana mientras los rayos de sol entraban por la ventana. 

Fue un momento perfecto y aunque sé que podrán haber noches en las que volveremos atrás (es lo normal en este proceso de destete) y que cada mamá o papá tendrán su opinión sobre esto, les agradezco por dejarme compartirles este gran logro al que hemos llegado con mi bebé, quien cada día es más grande y más independiente de lo que hace un año llegué a imaginar.

¡Te amo hijo!

Deja un comentario