
Teniendo en cuenta que estamos en semana santa, quería traer un tema que estuviera relacionado con esta época del año, sin embargo, reconozco que el tema de la religión puede llegar a ser controvertido y más si se liga exclusivamente a una creencia en específico como lo es la Católica, es por esto que hoy quiero hablar sobre el amor y su relación con la espiritualidad a través del ejemplo que nos deja la historia de Comer, Rezar, Amar.
Para empezar, aclaro que mi opinión estará enfocada en la película ya que aun no me leo el libro, lamentablemente, esta vez el verme la película no me llevó a querer hacerlo, aunque es muy probable que el libro valga la pena el ser leído y tal vez pueda aportar mucho más a esta reflexión cuando lo haga. En todo caso, esta es una historia autobiográfica de su autora, Elizabeth Gilbert, publicada en el 2006, en la que narra la travesía que tuvo que emprender para reconocerse y reconectar consigo misma cuando tenía 31 años.
Inicialmente conocemos a Lizz Gilbert, una escritora estadounidense, casada y radicada en la ciudad de Nueva York, quien empieza a sentir que su vida no es la vida que soñaba tener, llegando a demostrar indicios de depresión por este motivo, por lo cual, decide acabar con su matrimonio, termina involucrada en un largo proceso de divorcio y durante el mismo inicia una relación de pareja con un actor joven, pero tras un tiempo está de nuevo sintiendo esa insatisfacción, así que emprende un viaje hacia Italia, se radica en Roma una temporada para volver a disfrutar de la vida y empezar a conocerse una vez más. Tras este periodo, viaja a la India, trabaja en su espiritualidad siendo voluntaria en un templo, para finalmente irse a vivir a Bali, lugar en el que conoció años atrás a un monje que le predijo su divorcio y travesía personal posterior. Allí nuevamente conoce a otra potencial pareja, Felipe, un hombre brasilero que se dedica a las exportaciones y con quien decide iniciar una relación formal y duradera.

Si bien esta película me dejó con la sensación de haber visto una típica historia enfocada hacia un final hollywoodense, hay algunas cuestiones que vale la pena rescatar sobre el viaje espiritual de la protagonista y que resumiré a continuación:
- No puedes escapar de tus problemas:
¿Cuántas veces nos ha pasado que quisiéramos huir, tomar una maleta e irnos lejos para evitar enfrentar la realidad? En esta historia la protagonista logra hacerlo y si bien al principio parece que su plan de “escapar” funciona, nuevamente vuelve a sentirse insatisfecha una y otra vez. El tema es simple, al huir de aquello que no quieres enfrentar, retrasas una tarea que tarde o temprano te alcanzará y si bien, no es necesario que la resuelvas (a veces hay situaciones que no se pueden resolver) al menos debes llegar al punto de aceptarla, abrazarla y seguir adelante porque entre más largas le des, mas grande se hará en tu vida.
- Es fundamental aprender a vivir en el presente:
Muchas veces nos encontramos atrapados entre aquello que quisiéramos hacer y no podemos y aquello que quisiéramos cambiar y tampoco podemos hacerlo ¿por qué? porque son ideas o recuerdos de un futuro que aún no ocurre o un tiempo que ya ha pasado. En momentos así vivir en el presente es lo único que puede ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad ya que lo único que podrías llegar a modificar está aquí en el ahora. Para esto, existen prácticas sugeridas, especialmente el Mindfulness o la atención plena, en la cual aprendes a trabajar la mente para vivir en el día a día de manera consciente, aceptando lo que está pasando sin intentar preocuparnos por eso, recuperando nuestro equilibrio interno. Es precisamente a través de la meditación enfocada al mindfulness que Lizz empieza a ser aún más consciente de su realidad y deja de tener su mente en planes a largo plazo, tratando de agradecer y vivir en el presente.

- Lo único que puedes llegar a cambiar es a ti mismo:
En un momento de la película, la protagonista se lamenta por haber roto el corazón de su exesposo, le ofrece disculpas durante su meditación y aun cuando sabe que en la vida real su exesposo la sigue odiando, ella acepta que él la odie y que aún la llore pues sabe que algún día la superará, dejando de esperar ese anhelado perdón.
¿A cuántas personas has escuchado esta semana quejándose por el comportamiento de alguien más? Es algo naturalmente humano el esperar que otros sean y actúen de la manera en la que quisiéramos. Buscando la solución a nuestros problemas en el cambio de comportamiento de alguien más, lo único que podemos obtener es un mayor grado de insatisfacción y un sentimiento de incapacidad personal. A veces nos sentimos ofendidos por el comportamiento de alguien pese a que esa persona ni siquiera tenía la intención de ofendernos e incluso si tuviera esa intención está en nosotros decidir si queremos afectarnos por esto o no. Dejar de esperar algo de alguien más y dejar de emitir críticas sobre la vida de otros es lo mejor que puedes hacer por ti mismo. Es un verdadero acto de amor propio.
- Simplemente toma una decisión y comprométete:
La razón por la que no pude engancharme con esta historia fue por las elecciones de vida que narraban en la película. La manera en la que la protagonista se queja de que su esposo siempre cambia de opinión sobre lo que quiere hacer con su vida y esto la lleva a terminar su matrimonio, pero a la vez es ella quien tampoco se decide por un camino y va pasando de relación en relación intentando encontrar algo que pareciera que ni ella misma sabe qué es.


El matrimonio y las relaciones de pareja no son fáciles, tampoco deben ser tan difíciles, pero si has decidido estar en pareja pregúntate en qué estás dispuesto a ceder porque durante tu relación vas a tener que hacer muchos acuerdos para mantener el compromiso con tu pareja, acuerdos en los que, como su nombre lo indica, deben participar ambas partes de una manera equitativa y equilibrada, ¿estás buscando compartir tu vida con alguien más en el largo plazo? toma la decisión consciente de estar en pareja y de hacer concesiones para mantener el compromiso, por encima de los baches que se presenten en el futuro de tu relación.
- Cultiva tu espiritualidad para volver a conectar con la vida:
Recuerdo que decidí verme esta película por primera vez debido a la sugerencia de una amiga muy cercana que me la recomendó ya que en esa época habíamos estado hablando sobre el concepto de Dios y de la manera en la que yo, siendo una atea educada en un colegio católico, había vuelto a buscarlo, empezando por formarme una idea que estuviera alejada de cualquier religión en específico. Me sorprendió ver que la película retrataba esa representación de manera muy cercana a la que yo había estado formando recientemente, empezando por la importancia del agradecimiento y de sonreír plenamente tratando de ver la vida a través de los ojos de un niño (como si fuera la primera vez).
Lamentablemente la espiritualidad muchas veces es ligada a la fe bajo una religión en específico y esto ha alejado durante muchos años a personas que desconocían que podían creer en un ser superior que no estuviera exclusivamente relacionado a una religión.

Cultivar la espiritualidad siempre nos permitirá reconectarnos con la vida, respirar y saber que esta experiencia presente no se repetirá jamás y que es mejor aprovecharla y filtrar en el ahora lo que queremos vivir y experimentar para nuestro crecimiento personal.
- No busques el amor (o, a Dios) en los lugares equivocados:
La protagonista hace un viaje personal por diferentes países tratando de encontrarse a sí misma, pues se da cuenta que en cada relación se pierde, convirtiéndose en el espejo de sus parejas, adquiriendo sus gustos, aficiones y hasta problemas. A su vez, está intentando encontrarse con Dios y su ser espiritual, sin embargo, aunque parece que constantemente está buscando una pareja en la cual volver a perderse a sí misma (o está evitando caer en una nueva relación para no hacerlo), solo es hasta que comprende que Dios está en todas partes que se da cuenta que el amor no necesariamente debe encontrarlo en alguien más.
– “Dios mora dentro de mi, como yo soy” – es la frase más potente que, bajo mi concepto, tiene esta película pues, si bien estamos destinados a vivir en pareja o en sociedad con otros, el amor que sentimos por nosotros mismos debe llevarnos siempre a reconectar y abrazar esas imperfecciones que nos hacen ser quienes somos, así como Dios, que reside dentro de nosotros para recordarnos que la vida es única y es un regalo divino, que el amor puedes hallarlo en todas partes, pero depende de ti verlo, descubrirlo, abrazarlo y aceptarlo tal como es.

Finalmente, esta historia nos invita a seguir alimentando nuestro ser interior, con pensamientos positivos, con cuidado, con meditación consciente y atención plena, para aumentar a diario la espiritualidad que reside en cada uno, la cual, nos permite reconectar con el mundo y reconocer que el amor está en todas partes, al igual que ese ser superior al que llamamos Dios.
Espero que te haya gustado esta reflexión que también puedes escuchar en Spotify o en YouTube.
¡Hasta pronto Freelover!
