
Hoy quería tocar un tema que ha estado dando vueltas en mi cabeza durante bastante tiempo y es una reflexión que llegó a mi luego de terminar de verme las 7 temporadas y los 4 episodios adicionales recientes de la serie Gilmore Girls.
Para quienes nunca han escuchado sobre esta historia, Gilmore Girls es una serie de genero comedia/drama estadounidense emitida por primera vez el 5 de octubre de 2000 y creada por la fantástica guionista, directora y escritora estadounidense Amy Sherman-Palladino, a quien se le debe dar el crédito total del auge de esta serie, que duró 7 temporadas hasta su último episodio emitido el 15 de mayo de 2007, ya que no fue sino hasta la temporada 6 que esta serie captó la atención del público coincidiendo en que esta fue la última temporada en la que Sherman-Palladino participó.
La serie trata sobre una pareja compuesta por madre e hija, quienes además de compartir un especial cariño por el café, la comida, las películas y las largas conversaciones, parecen tener una relación más afianzada en la amistad especialmente porque tan solo se llevan 16 años de diferencia en edad, teniendo en cuenta el embarazo adolescente de Lorelai, quien tras el nacimiento de Rory decide escapar de su hogar de clase alta y de sus padres, Emily y Richard, para construirse una vida nueva para ella y para Rory en un pequeño pueblo llamado Stars Hollow.

La serie precisamente inicia en este pueblo, siguiendo una mañana diaria de Lorelai quien para ese momento tiene 32 años y Rory 16, mientras se dirigen a la cafetería de Luke, situada en la esquina del parque central para buscar dos grandes tazas de café con las que suelen iniciar sus mañanas. A lo largo de ese primer capítulo vamos entendiendo qué ha sucedido con cada una hasta llegar a ese momento y se nos va mostrando la complicada relación que existe entre Lorelai y sus padres (especialmente la difícil relación con su madre Emily) quienes no le perdonan el haberlos abandonado y alejado de la vida de su única nieta.
Ciertamente es una serie que me recuerda a mi preadolescencia, pero no fue sino hasta mi edad adulta que pude verla completamente y entenderla mucho más allá de la visión infantil que tenía sobre las relaciones que la historia mostraba en aquella época de colegio, mi perspectiva cambió especialmente en relación a los vínculos y disputas familiares y de pareja que se nos muestran durante toda la trama.
La ventaja que se tiene de poder verla una vez más con lentes adultos es que te puedes detener a reflexionar sobre cómo los paralelismos están presentes a lo largo de toda la historia y cómo las relaciones familiares son mucho más complejas de lo que normalmente imaginamos; desde una Lorelai que no se reconoce con su madre Emily y que busca desesperadamente cambiar su historia familiar educando “de manera diferente” a su jóven y astuta hija adolescente Rory. Hasta una Rory que se siente diferente en su propia familia, intentando alejarse del ejemplo de su madre, pero cayendo luego en relaciones afectivas que la llevan a repetir varios de los errores aprendidos de esta.

Lorelai se describe a sí misma como la oveja negra de su familia, lo cual la lleva a desafiar múltiples veces las imposiciones y control de su madre al punto en que el quedar embarazada a sus 16 años termina viéndose como una excusa para escapar de este control familiar. ¿Cuántas veces no hemos visto esta misma historia en la vida real? Puede ser la hija adolescente que se va a vivir antes de tiempo fuera de casa, puede ser el hijo que escapa de su familia restrictiva y que terminan viviendo situaciones de riesgo a raíz de estas decisiones.
Pero la historia no acaba allí, pues pese a los intentos de Lorelai de desafiar la ruta marcada por sus padres, trabajando con toda su energía fuertemente hasta conseguir por sus propios medios una nueva vida lejos de los hilos de su familia, su hija ha entrado a un prestigioso colegio que le permitirá lograr su meta principal de estudiar en Harvard y debido a esto, Lorelai se ve obligada a regresar y aceptar la ayuda económica de sus padres, esa familia de la que tanto teme depender.
Principalmente Lorelai parece víctima de sus circunstancias, pero conforme la historia avanza es difícil no incluir igualmente a Emily y Richard, los padres de Lorelai, en esta etiqueta de víctimas. Son ellos los que perdieron a su hija y a su nieta, a los que se les impidió participar aun cuando Lorelai nunca les negó una visita, son ellos los que se sienten heridos por su propia hija, pese a que bajo su visión de la historia siempre hicieron lo mejor por ella. ¿Cuántos padres no se sienten identificados por esta misma premisa? El estar seguros de que han hecho todo por sus hijos para luego ser desafiados por ellos una vez sus hijos adquieren la madurez mental de reconocerse como diferentes a su familia y desafían las normas o la cultura familiar.

Curiosamente Gilmore Girls también nos va enseñando que a veces, cuando nos intentamos alejar de algo haciendo lo que pensamos es opuesto, terminamos creando una especie de historia circular en la que repetimos errores y situaciones desagradables vividas en nuestra infancia y adolescencia con nuestros propios hijos. A simple vista esto no parecería aplicar a la historia de Rory y Lorelai, ambas mantienen una fuerte relación de amistad que raya varias veces con su relación de madre e hija, parecen confiar mucho más una en la otra, parecen ir a un ritmo distinto y compartir una cercanía que Lorelai nunca llegó a vivir con su madre y sin embargo, la historia se repite por otra vía.
Rory no termina embarazada en su edad adolescente porque desde el principio se le ha reconocido como una joven aplicada y mucho más madura que las chicas de su edad, pero esto no impide en que en un momento de la trama ella misma intente desligarse de los hilos de control de su mamá, abandonándola y yéndose a vivir con sus abuelos para conocerse a sí misma lejos del control de su madre quien desde siempre le marcó una ruta a seguir sin cuestionar. Rory llega a la edad adulta sin conocerse lo suficiente, sin arriesgarse, sin la menor idea de lo que quiere en su vida y es solo hasta que decide regresar a su hogar (muchos años más tarde) que empieza a organizar su propia vida y termina por asumir con madurez decisiones mucho más adultas.
Precisamente, la historia de Lorelai y Rory nos muestra cómo un evento puede marcar la historia familiar en diferentes generaciones y repetirse de manera distinta cuando no se ha hecho un proceso de sanar las heridas, reconociendo la responsabilidad que cada parte tuvo en el hecho en sí. Igualmente, se evidencia la complejidad de las relaciones familiares, en donde cada miembro observa un mismo hecho desde perspectivas muy diferentes y cómo el mantener una estructura familiar adecuada es vital para que cada miembro de la familia conozca su papel y se sienta parte de un todo.

A propósito de este primer análisis sobre Gilmore Girls, quiero señalar tres reglas que entran a jugar dentro de un sistema familiar:
- Cada miembro de la familia pertenece a la familia: Lo cual quiere decir que hay una fuerza de conservación que rige en un sistema familiar para preservar su integridad y que impide que se pueda rechazar, excluir u olvidar a cualquier miembro, ya que al hacerlo, se impacta aún más al sistema familiar. Pensemos en el caso de la película Encanto y su mensaje de “no se habla de Bruno”, al final, no hablar de alguien genera grietas familiares que van calando en cada miembro que justamente no puede hablar de esa persona.
- Hay un orden en la familia: En toda familia existe un orden que se determina en función de quién ha entrado antes y quién después, por ejemplo, los padres han sido esposos primero, antes de convertirse en padres, por tanto el orden estaría dado por el tiempo y su relación de esposos debería ir primero que la de ser padres. No obstante, cuando se habla de núcleos familiares diferentes, por ejemplo, el hijo que sale de casa para conformar una nueva familia, este debe dar prioridad a la nueva familia que ha decidido formar, por encima de su familia de origen.
- Compensación adecuada: En una familia siempre habrá un intercambio de dar y recibir que debe intentar ser equitativo, sin embargo, hay que reconocerse que entre padres e hijos, los segundos nuncan podrán retribuir a los primeros, tampoco tienen esta obligación con ellos, pues la retribución la deben hacer a sus propios hijos y ningún hijo debería sentirse en la necesidad de cambiar el destino de sus padres ya que no tienen ese poder, al intentar hacerlo la estructura familiar podría desequilibrarse pues los hijos terminarían asumiendo el papel de ser padres de sus propios padres, una responsabilidad para la cual no se han apuntado.
Si tomamos en cuenta estas reglas, vemos que en efecto la salida de Lorelai de su familia de origen a tan temprana edad tuvo repercusiones más adelante en su propia hija, quien para compensar el sentimiento de abandono de sus abuelos termina acercándose mucho más a ellos al punto de preferirlos por encima de su madre durante su crisis de identidad. A la vez, el orden familiar que se genera entre Lorelai y Rory hace que intercambien sus papeles de madre e hija, esta última asumiendo un papel más maternal con Lorelai al dirigirla y a veces educarla como si lo fuera, dado que la personalidad de Lorelai suele ser mucho menos autoritaria y más efervescente casi como si se tratara de una adolescente en un cuerpo adulto. Es posible que el perder su adolescencia y entrar tan pronto a su etapa adulta le hubiera ocasionado el tener que vivir está adolescencia tardía, llevando a que Rory (como en una especie de paralelismo) también tenga que retrasar el vivir su adolescencia para más adelante.

Finalmente, los intentos de Lorelai de retribuir a sus padres no le dejan reconocer que la persona a la que tiene que retribuir, enseñar y educar para convertirse en una adulta funcional es a su hija, dándole mejores ejemplos a seguir para que no tema equivocarse, cometer errores, reinventarse y explorar nuevos rumbos. El discurso que ella usa con su hija de ponerse como el mal ejemplo, debería modificarse para que su hija vea que su camino no se va a afectar gravemente por los errores que cometa, sino por la falta de suficiencia para pedir ayuda a tiempo o para aprender de estos errores y no repetirlos.
Es así como finaliza este primer análisis, como siempre, te recuerdo que puedes escucharme a través de Spotify o de YouTube y proponerme por cualquier medio nuevo contenido de interés. Próximamente haré un nuevo análisis de esta serie.
¡Hasta pronto Freelover!

Una respuesta a “¿Pueden nuestras vivencias familiares del pasado incidir en nuestra futura construcción familiar? El caso Gilmore Girls y las heridas familiares.”