Se despertó de repente, en una cama vacía, rodeada de pétalos de rosas marchitos.
Se levantó lentamente, alisó su cabello entre sus dedos y se inclinó de lado para revisar los extraños pétalos. Parecía que hacía días se hallaba tendida allí…a calcular por la dificultad con la que se levantó y por el deterioro de los pétalos que la cubrían, podría jurar que había pasado ya una semana completa, tal vez más.
Miró a su alrededor buscando alguna señal de vida, no vio a nadie, intentó hablar pero su boca no emitió ningún sonido, nadie la escuchaba.
Con desesperación intentó levantarse de la cama, pero entonces se dio cuenta que algo pesaba bajo sus sabanas, sus piernas no respondían, parecían estar atadas a algo, algo muy pesado.
Se acuclilló e intentó tocar con sus dedos aquel objeto que ataba sus pies a la cama, parecían ser…¿cadenas?
Pero las cadenas no se hallaban amarradas a la cama, se levantó nuevamente y observó cómo las cadenas sobresalían debajo de las sábanas y se retiraban hasta la puerta principal del cuarto.
Nuevamente se acuclilló bajo las sábanas y cogió una de las cadenas, la tocó hasta encontrar un lugar desde donde halar. Lo hizo suavemente al principio, pero la cadena pareció no moverse ni un centímetro, así que tiró nuevamente y esta vez, con toda su fuerza. La cadena hizo un sonido y se tensó. Miró por encima de las sábanas para ver lo que había sucedido, la cadena ahora se encontraba tensionada en el aire.
Volvió su cabeza nuevamente bajo las sábanas y tiró aun más de la cadena, esperando que algo se moviera con ella…pero de repente, la cadena empezó a tirar a su vez…esto la asustó, sacó la cabeza de las sábanas con un sobresalto, esperando lo peor, temió por un minuto que la cadena se encontrara amarrada a un perro rabioso y que este la atacara por haberlo despertado ¿En qué tipo de ritual macabro se encontraba?
Con temor, permaneció mirando la puerta…durante unos segundos nada sucedió, pero luego las cadenas de sus pies empezaron a zigzaguear en el piso, parecía como si algo se acercara…pero no había sonido de pasos. Aguzó un poco más el oído y pudo escuchar cómo un latido de corazón se acercaba lentamente a su encuentro, el latido se oía tranquilo, pero esto no la calmó, sabía bien que el corazón no muchas veces representa a la persona que lo lleva.
Pasaron algunos segundos más y de repente en la puerta del cuarto, cerca a su cama, apareció alguien a quien ella creía recordar. Era un joven alto, delgado, con ojos de un azul cielo y cabello claro, su cuerpo era atlético a pesar de su delgadez y sus ojos estaban llenos de interés. Se acercó con paso ligero a su cama y cariñosamente tocó uno de sus dedos gordos, que sobresalían debajo de la sábanas, lentamente su mano subió por su cuerpo, hasta encontrarse en un apretón con sus dedos.
Su mano se sentía fría bajo su tacto, él acarició sus dedos durante unos minutos y lentamente despegó sus labios para decir un simple “Hola”. Ella lo miró con ojos extraños, en realidad no lo recordaba en absoluto, era un hombre diferente al que ella había amado, no era el mismo, ese no era su ser amado. Inmediatamente retiró su mano con molestia, él notó el gesto, pero la siguió observando con interés, tal vez esperaba que ella dijera algo…pero ella sabía que no podía decirle nada, no tenia voz; con angustia se zambulló en sus pensamientos, intentando recordar qué había hecho, quién era ese hombre y por qué la tenía allí, amarrada con cadenas que ahora él sostenía con su mano libre.
No encontró nada.
De repente, la desesperación llegó a su rostro y se vio reflejada en los ojos azul claro que la observaban, él no iba a volver, lo sabía ahora, pero no había nada que ella pudiera hacer…él no iba a volver, la iba a dejar morir como los pétalos marchitos que se hallaban suspendidos alrededor de su cama matrimonial…este era el fin, pues él no iba a regresar…
Lentamente él retiró su mano ausente de la cama, volvió su rostro hacia la puerta; en su semblante había ahora una nota de tensión…ella sabía que este era el fin, él no iba a regresar nunca más…empezó a caminar con paso firme, pero se detuvo un momento, parecía estar sopesando algo, tal vez no quisiera dejarla, tal vez la perdonaría y la dejaría marchar…sin embargo, la esperanza desapareció, cuando un segundo después continuó su camino. Al llegar al marco de la puerta volvió su rostro, ahora estaba frío, al igual que sus ojos, sostuvo la perilla entre sus dedos, mientras evaluaba la cama con gesto ausente, como si en ella no se encontrara nada, como si desconociera aquella cama. Finalmente, cerró la puerta lentamente, hasta que las cadenas quedaron arrinconadas entre el marco y la puerta…y se alejó de su lado para siempre…

